La sociedad en la que vivimos piensa que el fútbol está sobrevalorado.
Muchas personas no entienden como un deporte puede mover a tanta gente, crear
sentimientos, rivalidades y hasta estilos de vida.
Lo que ellos no saben, es que el fútbol no es simplemente un juego.
Como para todos aquellos que somos aficionados de algún deporte, sabemos que
nos va la vida en nuestro equipo. Nos sentimos identificados con unos colores;
sentimos lealtad a un escudo; pertenecemos a un “reino” en el que lo único que
vale es luchar para sobrevivir; pertenecemos a una familia, a un emblema.
Tenemos una historia que defender y que pasear por el resto de ciudades.
Y no. No estamos locos.
Los seres humanos necesitamos sentir que pertenecemos a algún grupo,
las llamadas relaciones sociales. En este caso, cada equipo de fútbol tiene su
gente, sus grupos. Es muy fácil de entender: si remontamos a la edad media,
cada pueblo luchaba por proteger su bandera, su familia, a su rey. Vivían
dentro de un fortín, y estaban dispuestos a dar la vida por su escudo. Por su
pueblo.
En el fútbol pasa lo mismo. Cada persona se reúne en torno a su
templo. Guarda devoción a su Dios, y está dispuesto a pelear en cada partido
como si de una batalla a vida o muerte se tratase.
El fútbol no es solo fútbol.
En mi caso, yo me levanto cada
día como cualquier persona. Voy a la universidad. Trabajo. Salgo con mis
amigos. Pero siempre estás alerta. Siempre sientes esa magia que corre dentro
de ti y que en caso de que alguien arremeta contra tus colores sabes que va a
salir.
El día que hay partido, me
despierto con una sensación diferente. Abro los ojos, y como el soldado que va
a la batalla, miro al cielo y pienso: “a por ellos Atleti”. Durante todo el día
te acompaña un nerviosismo y una manía tonta de no dejar de mirar el reloj para
ver cuánto falta para que empiece el partido. En verdad, ese día gira en torno
al partido. Ese día y todos.
Y creedme cuando digo que es la
sensación más bonita del mundo llegar a tu ansiado reino y ver a tantos y
tantas personas luciendo tus colores. Cuando sabes que van a pelear a tu lado
para conseguir la victoria. Cuando oyes los tambores, los gritos de guerra… Y
cuando se te eriza la piel y se te hace un nudo en el estómago.
No intento convencer a nadie ni
justificar nuestra forma de vida.
Os invito a que leáis “La Guerra del Fútbol” del gran Ryszard
Kapuscinski. Este periodista polaco vivió en primera persona una de las guerras
que se desencadenó con lo que muchos piensan que es simplemente un juego.
(Empieza en la página 19).
Y es que...El fútbol es mucho más que un juego....